Pacíficamente si podemos; a la fuerza si debemos.
"El
ataque a Rawfolds se ha convertido en legendario. En él tomaron parte
quizá ciento cincuenta luditas: se dijo que se esperaban más, pero que
los contingentes de Leeds o Halifaz no consiguieron llegar a tiempo.
Dirigidos por George Mellor, un joven tundidor de un pequeño taller de
acabado situado en Londroyd Bridge, cerca de Huddersfield, los luditas
intercambiaron un fuego vivo con los defensores atrincherados, durante
veinte minutos. Bajo la cobertura de este fuego, un pequeño grupo de
martilladores y hombres armados con hachas hicieron repetidos intentos
de derribar las pesadas puertas de la fábrica. Este grupo sufrió bajas
importantes, al menos fueron heridos cinco, de los cuales dos -heridos
mortalmente- fueron abandonados cuando los luditas se replegaron
repentinamente. Se dice que su jefe, Mellor, fue el último que abandonó
el campo y que no pudo ayudar a los hombres heridos puesto que estaba
ayudando a trasladar a otro hombre -su propio primo- a salvo. El terreno alrededor de la fábrica quedó cubierto de mosquetes, hachas, picas y herramientas de metal.
(...)
Cientos de personas se agruparon en la calle frente a la posada donde
los hombres yacían moribundos. Se encontraron manchas de aqua fortis
(utilizada, quizá, para cauterizar) en sus camas y se creyó que les
habían torturado para que revelaran información. Se cree que Roberson se
inclinó sobre el lecho de uno de ellos, John Booth, hijo de un pastor
anglicano, que tenía diecinueve años, a la espera de una confesión
final. En el momento de su muerte, el joven Booth le hizo señas a
Roberson: '¿Puede usted guardar un secreto?'. 'Sí, sí - respondió
impaciente Roberson-, puedo'. 'Yo también', le replicó Booth, y poco
después murió".
E.P. Thompson, La formación de la clase obrera en Inglaterra.
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