La otra noche, la que no dormí, me la pasé en la cama llorando de dolor. Cada pinchazo en el estómago era en el no-sueño un porrazo en la barriga. De esos de porra alargada y estrecha, monstruo negro enfarlopado sobre gente que grita. Creo que me pasé la noche gritando; eso fue lo peor de todo.
Me hago mayor a base de no tener tiempo ni para enfermar. Maldita ironía.
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