Lo llaman "rescate dulce", y no es ni una cosa ni
la otra. No nos rescatan, porque no van a mejorar la vida de la ciudadanía del
país: el régimen lo niega, pero cualquiera con un poco de sentido común sabe
que, como ha sucedido en el resto de los países del Mediterráneo todas las
"ayudas" de la Europa del neoliberalismo tienen como contrapartida
más recortes, más cesión de soberanía y menos democracia. No es dulce, porque
las consecuencias sociales del ajuste estructural que comenzó en 2010 seguirán
siendo extremadamente duras: generalización de la pobreza, profundización de
las desigualdades sociales, exclusión y miedo.
Como Reuters predijo y Soraya desmintió, hoy se ha
oficializado que el Estado español ha ido a Bruselas y ha solicitado el rescate
financiero. Eso sí, no lo hemos hecho como lo hicieron Portugal o Grecia, asumiendo que las cosas estaban mal
y necesitaban ayuda, sino que lo han hecho por la espalda, de otra manera, para
no "estigmatizar la economía".
Pues bien, nuestra economía está ya estigmatizada.
Estigmatizada por los Blesa, Rato o de Guindos. El estigma está en no procesar
a quienes han especulado con el dinero de todos y han provocado esto, está en
seguir mirando para otro lado, en hablar de la herencia y de la coyuntura
internacional.
Porque el Estado español, de facto -y dentro de poco de
iure, si no ya mismo- no es soberano. Y no lo es desde hace tiempo. Bailamos al
son de la prima de riesgo, manejada a voluntad por especuladores del corto
plazo; defendemos "más Europa" cuando queremos decir "menos
Berlín, por favor" sin decirlo, porque Berlín se puede enfadar y recortar
algo, y con una Asturias nos vale, gracias, que no queremos a más ciudadanos
enfadados, conscientes de lo que de verdad está pasando.
"España va bien", que diría aquél. Pero no por
repetir este mantra una y otra vez la situación cambia. Decenas de desahucios
por todo el estado al día, EREs que se aprueban como aprueba una estudiante de
primaria -si es que todavía tiene profesora- un examen de lengua, recortes en
sectores muy sensibles de las ayudas -ayudas motivadas por las cuotas de
producción impuestas desde Bruselas-, pastillas para la tos para quien tenga
dinero y no tos...
Y mientras, Dívar comiendo en Marbella, Rato presidiendo el
consejo de adminsitración de Caja Madrid y Rajoy entrando en el Parlamento por
la puerta de atrás, para que nadie le vea mendigar lo que él no es capaz de
exigir dentro de su propia casa.
Frente a esta situación, nosotr@s, l@s ciudadan@s, tenemos
que tomar las riendas. La PAH, la Oficina Precaria o la consecución en tiempo
récord del dinero para enjuiciar a Rato son buenas muestras de ello. Nuestros
gobernantes dejaron hace tiempo ya de representar la voluntad del pueblo para
representar al mercado.
Recuperemos la soberanía. En las plazas, en las calles, en
las carreteras, en las minas o en los puertos, en las aulas y en los
supermercados. Porque es nuestra, porque somos nosotras. Porque nos pertenece,
porque una democracia debería fundarse en las necesidades, los deseos y las
aspiraciones del 99%. Porque si no es democracia, es dictadura del mercado y de
la deuda. Porque ya llevamos el estigma de una clase política incompetente y de
un sistema económico usurero y ladrón, impune.
NO SON RESCATES, SON CHANTAJES.
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