martes, 21 de diciembre de 2010

Que hablo de vivir.

Llueve. Hay una niña asomada a la ventana. Estampa la nariz contra el cristal y deja que poco a poco se le vayan congelando las yemas de los dedos. Desde fuera se nos haría imposible distinguir más que eso: un círculo de vaho dispuesto alrededor de una nariz pequeña y pecosa con una mano a cada lado. Quizá nos haría gracia, qué sé yo, pero probablemente pasaríamos de largo.

Llueve y la lluvia lo limpia todo. El cielo gris de Madrid, los árboles en hilera de Ciudad Universitaria, los caminos que llevan a cada facultad, los patios de los colegios mayores, el Parque del Retiro, los señores de traje, las prisas en el metro, los bancos de Recoletos, los abrazos en Atocha, el miedo de los hospitales.

Llueve. En algún punto de Malasaña, una muchacha descubre la vida. Dentro de la habitación hay velas apagadas, y el ambiente huele a canela y fuera se oye el agua caer. Y él está a su lado. Hay telas de colores colgadas del techo cuando abre los ojos. Pareciera que el olor lo envuelve todo. Y con una sonrisa y una caricia, recuerda que el orgasmo fue largo, largo, largo.

Llueve sobre cabezas sin paraguas: la de aquel chico que decidió dejar de esconderse del mundo; la del exmarido, extendero y examigo que ahora duerme en Lavapiés tapándose las piernas con con una manta mojada. Con él, tres compañeros fieles de cabello enredado y patas rollizas, mirada despierta y ladrido suave. Que no se diga que no tienen alma, por favor.

Llueve. Cerca de Sol, las señoras se abrochan los abrigos de visón mientras practican muecas de indiferencia frente a escaparates ya ajados. Dentro, restos lejanos de otros tiempos doblan corbatas de seda, apilan bombones rellenos, estiran el ala de sombreros, cortan trajes a medida, ordenan cientos de botones, acarician el lomo de libros. Tienen arrugas en la cara y cobre en los portales. Tradición en el alma.

Llueve aquí dentro y ahí fuera, en ese Madrid al que tantos le han cantado y del que cada vez, cada vez, cada vez me es más imposible despegarme.


2 comentarios:

Javier dijo...

Pero que genialidad. "el miedo en los hospitales", me encanta :D Leiste "tiempo de silencio" de Luís martín santos? te la recomiendo encarecidamente :D

Javier dijo...

Gracias por comentarme tú a mí :D