lunes, 27 de junio de 2011

Dinosaurio.

La desnudez es violenta por lo que tiene de íntima, por las verdades que escupe, por la imposibilidad de esconderse ante lo evidente. Desnuda desaparece la apariencia, reaparece la persona. Y todo el mundo es, de pronto, normal (la señora duquesa no tiene piel de visón, no, ni el chaval que bebe ahí en la acera lleva la riñonera pegada a la entrepierna; tú y yo, al fin y al cabo, podríamos ser yo y tú).

No molesten, señores, señoras. Que quien se encoje en el sueño trata, por fin, de desnudarse en público. Que quien sueña la realidad trata, por fin, de desnudar al público.

(Cuando despertó, el campamento todavía seguí allí).

domingo, 26 de junio de 2011

Y una mierda.

No te das cuenta, pero cada jodida cosa que hacemos es para complacerlo a él.
Por mi parte, se acabó. Del todo.

(No hay ni una foto que hable de él en tu álbum).


domingo, 19 de junio de 2011

Sin aliento.

No puedes. No puedes pretender mirarme así, sonreír con esa maldita mirada tuya de infancia atormentada, y pasar a preguntarme. No puedes describir lo que te gusta. No puedes creer que yo no me muero, no me diluyo, no me rompo de placer tratando de recordar al llegar a casa. No puedes hacer como si nada, como si no entendieras. No puedes apartarte el pelo de la cara de esa manera, joder, no puedes. No puedes dar besos en el cuello, no, ni abrazos por la espalda ni lecciones de experiencia. No puedes alardear de nada. No puedes hablar con voz quebrada. No puedes disertar de ésto, y de lo otro, con gesto serio y conocimiento de todo. No puedes afirmar que te encanta y quedarte en nada. No puedes dejarme así.

Capullo.