sábado, 22 de junio de 2013

Toque de queda.

He vuelto a mi bar de los quince años y seguía sonando Maneras de vivir. Como si no hubiera pasado el tiempo, como si esas paredes azules albergaran un micromundo incapaz de morir nunca. El mismo camarero, el mismo vacío, la misma puerta roja con el pestillo por la parte de fuera; el mismo baño con los recortes de tebeo y los carteles aquellos, afiches casi, de tiempos mejores. Rosendo que va cruzando el calendario y la barra desierta, con una desolación que huele a muerto y te inuda de ganas de llorar. La ausencia de relevo generacional. 

Supongo que esto es lo que significa tener un amigo, uno de verdad. Y sonrío con el pensamiento mientras en el coche suena Bob Dylan y él conduce como quien no va a ninguna parte, sin prisa, acelerando por el puro placer de pisar el pedal. Cinco euros la hora pero-bueno-no-me-quejo-podría-ser-peor y me dice que en el pueblo ya no tiene a nadie, que el que era su hermano se le fue del país hace un año (que necesita salir de ahí pero de qué va a comer), sonriendo como en esas películas en blanco y negro, donde-todo-es-tan-bello. Yo le digo, me nublo de tonta, que estoy enamorada.

A las dos de la mañana mi pueblo parece un pueblo fantasma. Será por la nada que le rodea, por los limonares estos que no acaban nunca y terminan por confundirse consigo mismos. Como quien no sabe cuándo abrir la acequia, como quien muere en la droga. Asfixia dentro de la placenta, volver a lo que fuimos. Estos veintiún años que nos matan.


martes, 11 de junio de 2013

De un tiempo a esta parte.

Me pasa, cielo, que yo tampoco sé cómo afrontar esto. Que me despierto por las mañanas y me inundas. Que claro que me ha desbordado, joder: a mí y a mis ganas, a mis maneras, a mis ilusiones, a mis proyectos, a mis convicciones; a todas nosotras nos has desbordado. Se me escapa toda entre los dedos; la maldita vida que intento agarrar se resbala. Que ya no es la situación sino esto que me devora por dentro, que me roe la piel de a poquito, que me nubla la vista, que me tiembla de miedo, que me cura de llanto. Las sonrisas, no sé, son lo que me desbordan: cuando las veo y cuando no. Y me desbordan tus caricias y la forma esa en que mi cabeza encaja en tu hombro, así como si estuviera hecho a propósito. Que yo pensaba que esto no pasaba nunca, que era mentira todo. Tus miradas me desbordan. Y mis miradas, también, cuando te veo. De verdad que se me cae el mundo encima cuando trato de gestionar los escalofríos: paro de contar siempre al quinto. Me desborda mi piel de gallina cuando me rozas. O cuando me miras o cuando te escucho. O cuando te pienso. Malditos los tropezones y este apretar los dientes que me desbordan.

Me pasa, cielo, que me desborda el caminar sin rumbo esperando nada. Pero es que me da tanto miedo, cielo, me da tanto miedo que aparezcas mañana a mi lado cuando yo haya decidido dar media vuelta en el camino...

miércoles, 5 de junio de 2013

Aunque me duela, amor.

"Ya no huele a quemado,
y no es la muerte una conocida presencia
esperando a la vuelta de cualquier esquina.
He recuperado mis flores amarillas
y estos malinches de mayo son mas rojos
y se desparraman de gozo
reventados contra el rojinegro de las banderas.
Ahora vamos envueltos en consignas hermosas,
desafiando pobrezas,
esgrimiendo voluntades contra malos augurios
y esta sonrisa cubre el horizonte,
se grita en valles y lagunas,
lava lagrimas y se protege con nuevos fusiles.
Ya se unió la Historia al paso triunfal de los guerreros
y yo invento palabras con que cantar,
nuevas formas de amar,
vuelvo a ser,
soy otra vez,
por fin otra vez,
soy".


Gioconda Belli.