miércoles, 19 de enero de 2011

Despropósito emocional.

Hora punta y calor, mucho calor. El clima de las grandes ciudades está diseñado por algún ser superior (los vendedores de aire acondicionado, supongo) para provocar graves desajustes en la salud de uno: cuando fuera hace frío, dentro hace calor, mucho calor. Y viceversa.

Haciendo equilibrios con los libros que llevo en la mano, busco un vagón en el que pueda estar de pie sin necesidad de chocarme con nadie. La música que sale de los auriculares me hace ver el mundo con ojos distintos; siempre pasa lo mismo, sé que cuando cambie la canción lo hará también mi percepción. Tengo calor, mucho calor. No me quedan manos para quitarme el abrigo: si suelto la izquierda se caen los libros, si libero la derecha me caigo yo. Curiosa, la analogía.

Observo las miradas vacías del resto de viajeros mientras mi cabeza trata de aislarse de relatos de niños soldado. Trato de fundirme en la música, pero las jodidas imágenes de Sierra Leona truncan mi capacidad de concentración. Tengo que dejar de involucrarme tanto con los trabajos de investigación.

Frente a mí, en el suelo del pasillo entre las dos filas de asientos, juegan dos niños pequeños. Los hermanos, bajo la mirada protectora de su madre, lanzan risotadas agudas que consiguen traspasar el sonido de los auriculares. Ella es algo mayor, calculo que tendrá unos seis años como mucho. Con una sonrisa perenne en los labios, enarbola su oso de peluche (marrón, con un lazo rojo al cuello) y alarga ambos brazos para mostrárselo a su hermano. Él sonríe y se dispone a participar en el juego.

Un escalofrío me recorre el cuerpo. El metro se detiene: mi parada. Dudo, no sé qué hacer. Me doy la vuelta titubeando, con un nudo en el estómago, creo que me he puesto pálida: "Señora, me dan miedo sus hijos".

Y me bajo corriendo, pila de libros a rastras, sintiendo cómo me entran ganas de vomitar y dejando trás un tren que ya se marcha, con un vagón mirándome estupefacto desde la distancia, una mujer que no entiende nada, y un niño de cuatro años apuntando con una enorme AK-47 de juguete al peluche de su hermana.

1 comentario:

Javier dijo...

Creo que tu personaje necesita dormir más y estudiar menos xD "Hora punta y calor, mucho calor. El clima de las grandes ciudades está diseñado por algún ser superior (los vendedores de aire acondicionado, supongo)", genial :D