La desnudez es violenta por lo que tiene de íntima, por las verdades que escupe, por la imposibilidad de esconderse ante lo evidente. Desnuda desaparece la apariencia, reaparece la persona. Y todo el mundo es, de pronto, normal (la señora duquesa no tiene piel de visón, no, ni el chaval que bebe ahí en la acera lleva la riñonera pegada a la entrepierna; tú y yo, al fin y al cabo, podríamos ser yo y tú).
No molesten, señores, señoras. Que quien se encoje en el sueño trata, por fin, de desnudarse en público. Que quien sueña la realidad trata, por fin, de desnudar al público.
(Cuando despertó, el campamento todavía seguí allí).
1 comentario:
siempre es bueno apoyarse en los grandes para parir joyas como esta.
:)
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