miércoles, 6 de febrero de 2013

Caminando fui lo que fui.

Yo siempre he querido tener una cama al lado de una ventana. Una cama grande en donde hacer vida, con una mesa pequeña donde dejar humear el café (lo siento, yo es que no fumo, mis fetiches son de otro tipo), un par de libros abiertos (montones, montones de libros por todos lados), la ropa ahí tirada y otro libro más, éste en las manos mientras las piernas salen a la calle, los pies en la ventana, la música inundándolo todo.

(Que) El caso es que resulta que soy feliz y que no es un creo. Que hace ya tiempo que me siento bien, realmente bien, y ahora que tengo tiempo para darme cuenta siento como un hormigueo constante por todo el cuerpo y una sonrisa que no se me mueve de la cara aunque lleguen días malos. Que me prometo que este estoy-haciendo-lo-que-quiero y este aprender a millones van a ser mucho más fuertes.

Ayer terminé de colocar los libros en la estantería. Tuve que sacarlos todos porque en horizontal ya no cabían. Y el tocadiscos ya está en su sitio y, ¿sabéis?, aunque es invierno, ayer saqué los pies por la ventana.

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