viernes, 25 de febrero de 2011

No necesita más!

- Perdone, ¿tienen tetas de mentira?... Pechos de plástico, digo.
- Oiga... ¿hachas de leñador?
- Mire, es que estoy buscando una peluca de rizos, pero que no sea de chica, así como... Bueno, ¿usted conoce al guitarrista del los G'N'R?
- Estas babuchas... no las tiene en morado Aladín, ¿verdad?


Me encanta Carnaval.

lunes, 21 de febrero de 2011

Celebración de la voz humana / 1.

Los indios shuar, los llamados jíbaros, cortan la cabeza
del vencido. La cortan y la reducen hasta que cabe
en un puño, para que el vencido no resucite. Pero el
vencido no está del todo vencido hasta que le cierran la
boca. Por eso le cosen los labios con una fibra que jamás
se pudre.

Hoy, me han regalado El Libro de los Abrazos.

miércoles, 16 de febrero de 2011

Pero esta vez no era yo.

"¿Sabes? Siempre me gustaron las mujeres en las ventanas. Una vez hice un trabajo sobre ese tipo de escenas en películas". Y yo estiré un poco las piernas, deslizándolas sobre la cama, sonriendo permisivamente y haciendo como si no hubiera oído nada mientras contemplaba cómo caía el agua fuera en la calle.

"A mí me gusta la luz en el agua: no la luz ni el agua, sino cómo se refleja la una en la otra", respondí al cabo de unos minutos. "Es más bonito conforme se hace de noche", "Como casi todas las cosas", murmuré. Y después él rió, y yo me sentí estúpida, como casi siempre, fuera de lugar.

Al otro lado del cristal llovía. "La gente corre cuando llueve", musité para mí misma, con el mismo tono de niña que cuando señalo en voz alta el color verde del césped, tan vivo, que transmite ganas de rodar por él o de mancharse de rocío; con el mismo tono idiota que cuando comento que la chimenea de casa de mis abuelos calienta las manos, fíjate, conforme las acerco me siento mejor, y alguno de los autodenominados adultos de mi familia me miran con gesto preocupado, Julia, crece de una vez; con el mismo tono ingenuo que aquella vez que le pedí a ese chico del metro: por favor, quítate los cascos, que la mujer está cantando para poder comer y a mí me entran ganas de llorar.

"Deberías escribir un libro con ese título". Y yo trato de borrar todo lo que me pasa por la cabeza, aquella noche cerca de Ópera con la falda calada pégada a las piernas, a sus piernas; el llanto que me regaba por dentro en las tardes de verano, cuando no podía más y pensaba que quizá nada merecía la pena; los paseos por Mánchester cuando salía del trabajo y me sentía más sola que nunca, por muy acompañada que estuviera de abrazos vacíos; las gotas que resbalan por el cristal de la ventanilla mientras abajo me dicen adiós con la mano; el echar de menos un hombro amigo con el que acurrucarte bajo una manta, taza de café en mano. Y sonrío.

"Quizá algún día... Tengo bastantes cosas escritas sobre la lluvia".



Bañada en salitre
flota en la memoria de los días grises
fumo en la ventana
veo tu silueta sobre el arrecife.

domingo, 13 de febrero de 2011

Disneylandia.

Lo siento.
Sé que esas dos palabras no os sirven de una mierda, y asumo que tenéis todo el derecho del mundo a esbozar sendas sonrisas irónicas y comentar jocosamente que vaya, pobre ella que lo siente y no hemos sabido comprenderla. Pero a pesar de todo, es verdad. Tan verdad como que no puedo deciros más ni tengo tampoco derecho a ello; tan verdad como que cada vez que pienso en lo que sin querer y sin percatarme siquiera, actuando como una estúpida inmadura, os he hecho, me parto por dentro en dos. Y de nuevo repito: por favor, ser libres de reír con sarcasmo de ese tan ácido, me sentiría casi peor si no lo hiciérais.

Sabéis que no me gustan las medias tintas. Y que la brutalidad directa es muy vuestra, muy nuestra. Y que probablemente éste no sea el mejor sino el peor medio para transmitir nada medianamente serio. Pero ayer un adiós así, seco, no me dejó seguir intentándolo, y no tengo dinero para llamar a nadie ni fuerzas para presentarme por sorpresa a la salida de vuestra facultad, que es lo que debería hacer, ni nada.

Hoy no podía más y me he ido a la cama, y al despertarme no podía pensar en otra cosa que en que la había cagado, que había metido la pata hasta el fondo. Hace ya mucho tiempo. Que debí haberme dado cuenta hace meses lo sé; que sueno el dobre de estúpida ahora, escribiendo esto aquí como si nada, también.

Me toca, a pesar de todo, pediros una segunda oportunidad. Porque de verdad que os quiero.
Por favor.

sábado, 12 de febrero de 2011

Polvo en el aire.

¿Te puedo pedir una cosa? ¿Me das un beso?
Y que él diga que sí, y que se pare el mundo, y que se te corte la respiración.