jueves, 30 de mayo de 2013

Y ya no puedo esconderme.

"Me voy - dijo él.
¿Dónde vas saliendo de mi cama? Si las calles aún no están puestas... - respondió ella con sólo la mitad de la cara a la vista, apoyada sobre la almohada, sonriendo sin importarle el fin del mundo, los maullidos de un millón de bestias ni el sudor que le resbalaba una piel que volvería a romper en pedazos al mismísimo el Coloso de Rhodas...".

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