Ahora sí, ahora sí que sí. Que si no, cuándo será; que si no nosotras, quién lo hará. Y que el ser consciente de que esta vez no nos estamos sumando a nada, no estamos apoyando nada, es algo que realmente da mucho miedo. Porque lo que estamos haciendo lo estamos construyendo así, de la raíz, y somos nosotras y nuestros errores las que haremos lo que haya que hacer. Esta semana es Manu hablando de barricadas y Miguel respondiendo que no, que no somos tantas, y viajes express a Sevilla con Olmo cantando a voz en grito y yo al volante durante horas, dejando atrás reuniones eternas. Estudiante, a la huelga. Y el 17 de Noviembre ahí tan presente, ya, ahora. No estarás sola, siempre habrá quien se parta en dos en cada despedida. En tiempos difíciles, estrella polar, me comen por los pies los nervios y las responsabilidades. Y esa presión de la Historia, de la Historia con mayúsculas que estamos haciendo lo queramos o no, y yo que me repito y esa maldita conjunción copulativa que se niega a irse de mi teclado. Sólo que no llego a hacerme a la idea; demasiada carga para una sola espalda, me temo. Y hace tiempo que dejé de pensar.
Pues eso. El jueves, a la una, en el hall. Y después encierro en Educación. Y mañana a las siete en Periodismo, para preparar la huelga. Y en el encierro, a las ocho, reunión de coordinación intercampus. Y, y, y. Que la lucha está en la calle.
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